En silencio comenzó, sin testigo más que nosotros dos, siempre supiste en que creí, y lo que fuiste escudriñando te dio el suspiro para que no tuviera fin, nunca he tenido inspiración para escribir sobre el amor, son solo extractos de una vida futura que en un pasado viví, mi tormento no es no tenerte ni lo que perdí, sino el sueño que sin ser nada creímos ser todo, al menos así creí.
Las palabras vuelan solas no hace falta describir
todo lo que se pude resumir, aquella seducción
tu sabor a miel, aun se me eriza la piel
de solo recordar la gran tensión y tu falta de pudor, al desgarrar tus ganas de
venganza al comer con sed, la firmeza de tu espalda al cargar el peso de lo que
te fallo desnuda ante mí, tus ojos llenos de sueños entre lágrimas pidiendo no
te vayas como los demás, no me dejes
escapar una vez más hagamos de esto un fruto que podamos juntos cosechar, mi
sonrisa al ver como emitías aquellas ráfagas de inestabilidad, en sobriedad te pedía
no te ataría a mi panteón ni una tumba forjaría, solo espera llegue el sol y
cuando pase la tormenta si regresas y lo quieres todavía vamos juntos ante un
portal y creamos no solo una manzana del edén sino sembramos el árbol que
alguna vez entre copas y tras pies pensamos levantar así nos lleve a la soledad
de estar juntos sin nadie a quien deber.
Mi condena es una pena, porque
en tu piel descubrí lo que antes no comprendí, mi alma cuelga de una antena sin
poder mirar lo que no fui, siempre me estuviste ahí y nunca te atreviste a
escribir, más que los lamentos de aquellos que como el viento refrescaron tu
esperanza de ser feliz, nunca mi silencio te pudo suplir y aunque en tus noches
de tormentos mi cuerpo era más que tu sustento, al despertar solo en silencio podía
dejarte ir, no quisiste jamás probar lo que siempre te advertí, hoy mi cama
sigue arrugada y tu alma vaga en el tormento de lo que prometí, disparas tus saetas
porque no me perdonas no haber podido resistir, nada es eterno ni el más puro
de los versos que muchas noches te ofrecí, reniegas mi alma porque creíste a ti
te la vendí, es que acaso se te olvidan todos los silencios que me comí, cuando
tu llorabas al verlos sonreír y como en mi pecho escuchabas el latir de un corazón
ennegrecido que solo tu podías volver a enrojecer, no por el placer de tenerte
otra vez sino por la sonrisa de encontrar en mis ojos la esperanza de un nuevo
amanecer, el tiempo no solo deja cicatrices en un cuerpo maltratado por la
soledad de cada anochecer, sino también la memoria hace estragos en lo que pudo
y no fue.
Hoy te veo de lejos en silencio con ganas de volverte a poseer, pero
aunque tu soledad sea perfecta para volver a recorrer tu piel, tomar de tus
caderas las energías para hacerte ver el sol nuevamente y saciar tus ansias de
mujer, hoy mi condena es una pena, porque en tu piel descubrí lo que antes no comprendí,
mi alma cuelga de una antena al poder mirar lo que no fui, solo eso un sueño,
un escape, la esperanza de ser feliz, a lo lejos te dejo ir, en el silencio de
mi oscura alma me refugio hasta el fin, esperando consigas de nuevo sonreír,
aunque me extinga tras la sombras de lo que fui no me condenes por no querer
nuevamente estar aquí, mi tormento en silencio te ve llorar, mientras yo llore
en silencio mi tormento y nuca fui feliz.
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