Origen
Hasta hoy, los especialistas no logran un único
consenso sobre los orígenes de la civilización maya, cultura que se
desarrolló a lo largo de una extensa región llamada Mesoamérica,
abarcando vastos territorios en el sureste del México
actual, y gran parte de Centroamérica. Estimativamente, se comprende la
existencia de las etnias mayas entre los años 2000 a.C. y 1546 d.C.,
aunque no es posible precisarlo. Sobre distintas teorías, existe un
acuerdo para dividir el análisis de su desarrollo prehispánico en tres
etapas principales.
Período preclásico y clásico
La etapa preclásica estuvo vinculada a la agricultura como principal medio de subsistencia y desarrollo cultural, datando su vigencia desde los años 1000 a.C. a 320 d.C., lapso durante el cual se desarrollaron los idiomas y la arquitectura de los primeros mayas. Se especula con que los pobladores originarios migraron hacia la zona del Golfo de México, conformando tribus, como la olmeca, posiblemente relacionadas con otros asentamientos migratorios oriundos de la zona de El Petén, en la actual Guatemala. Con una expansión de grandes dimensiones, la población comenzó a organizarse en torno a una clase de nobles y sacerdotes que encabezaron la pirámide social. Desde el 320 d.C. al 987 d.C. se desarrolló la era clásica o teocrática, con grandes progresos en materia agrícola, técnica y comercial, lo que permitió las condiciones necesarias para erigir grandes edificaciones en ciudades destinadas al culto religioso y el comercio. Hacia el año 900, los centros teocráticos mayas colapsaron y fueron paulatinamente abandonados.Período Posclásico
Con la caída de Teotihuacan y la posterior crisis de los centros
mayas, se origina la etapa posclásica, situada entre los años 1000 y
1687, la que concluye con la conquista española y sus consecuencias.
Grandes movimientos migratorios de las etnias mayas, en mayor medida
mestizados con los náhuatl, se agruparon en una corriente denominada
putún. Estos fundaron grandes poblaciones, dominaron las rutas
comerciales marítimas de la Península de Yucatán, conquistaron ciudades,
como Chichén, y establecieron alianzas, como la Confederación de
Mayapán. Más tarde, tras la caída de los principales centros culturales,
Yucatán quedó dividida en 16 estados independientes.
En general, los estados mayas se organizaron como provincias independientes. Cada provincia era gobernada por un único gobernante, llamado Ahau, quien concentraba el poder político, religioso y militar. Cada pueblo de la provincia era gobernado por un Batab, o jefe local, a las órdenes del Ahau provincial. A su vez, cada barrio, en cada pueblo, era dirigido por un Ah Cuch Cab, o jefe menor. Durante la época de guerra, las milicias estaban comandadas por el Nacom, o supremo jefe militar, quien, al igual que cualquier funcionario, también obedecía al Ahau provincial. En la misma categoría social que un jefe Batab se encontraba el sacerdote, llamado Ahkin; en el extremo superior del poder sacerdotal se ubicaba el Ahuacán, supremo sacerdote, a cargo de los templos, rituales y sacrificios, así como de la astronomía, la escritura y los cálculos calendarios. En la base de la pirámide social se ubicaban los artesanos, los campesinos y los esclavos.
Geografía
Los límites de los territorios abarcados por los mayas no se
corresponden con ningún límite en la geografía de los países actuales. A
grandes rasgos, es posible situar a los mayas en la zona comprendida
por el sur de México, entre el océano Pacífico, hacia
el oeste, el mar Caribe y el golfo de México, hacia el noreste; la
península de Yucatán; gran parte de Guatemala, Honduras, El Salvador y Belice. En total, se estima que el mundo maya cubrió una superficie en torno a los 400 mil kilómetros cuadrados.
Características Geográficas
La extensión del territorio maya posee una amplia diversidad, tanto en su topografía, con enormes cadenas montañosas, planicies áridas y selvas bajas, como en su ecología,
con climas que abarcan un extremo abanico de alto contraste entre
distintas regiones. Mientras que en las tierras bajas, a lo largo de las
costas y el bajo monte, podemos encontrar una temperatura cálida y
húmeda, en las tierras altas, de montañas y volcanes, el clima es árido y seco. Zonas anteriores a la Sierra Madre Oriental
tienen abundantes precipitaciones, épocas de tornados y desborde de
ríos; zonas posteriores, en cambio, atraviesan grandes períodos de
sequía. La biodiversidad del área mesoamericana es vastísima; las
especies animales se cuentan por millones.
Climas
Hacia el norte, en los actuales estados de Yucatán, Campeche y Quintana Roo,
el clima es semiárido, seco y cálido. Si bien no hay ríos en
superficie, existen corrientes subterráneas, que desembocan en ojos de
agua. Hacia el centro, desde el estado de Tabasco, hasta Honduras, el clima se torna húmedo y caliente, con temporadas de abundantes lluvias y vegetación tropical. Hacia el sur, en la costa del Pacífico, Guatemala y El Salvador, existe un clima templado y frío, sobre las sierras, y húmedo y caliente, en el llano.
La sociedad maya se organizó en torno a una rígida estructura jerárquica,
la que, desde sus inicios y a través de su desarrollo, situó en el
extremo superior de la pirámide social a la clase noble, los almenehoob, detentores hegemónicos del poder político y religioso. Los lazos de las castas dirigentes
fueron siempre hereditarios, por lo que el gobierno se perpetró en base
a linajes de familias de la nobleza. La única salvedad puede estar
marcada por el caso de los comerciantes, quienes, en algunos casos, por
conocer rutas y pueblos alejados, eran elevados al estatus social
nobiliario, por contar con información militar estratégica para el emperador. Por lo demás, fue una sociedad teocrática, en donde la mayor autoridad correspondía a la clase sacerdotal y el emperador era concebido como un dios en la tierra.
Sociedad
En general, los estados mayas se organizaron como provincias independientes. Cada provincia era gobernada por un único gobernante, llamado Ahau, quien concentraba el poder político, religioso y militar. Cada pueblo de la provincia era gobernado por un Batab, o jefe local, a las órdenes del Ahau provincial. A su vez, cada barrio, en cada pueblo, era dirigido por un Ah Cuch Cab, o jefe menor. Durante la época de guerra, las milicias estaban comandadas por el Nacom, o supremo jefe militar, quien, al igual que cualquier funcionario, también obedecía al Ahau provincial. En la misma categoría social que un jefe Batab se encontraba el sacerdote, llamado Ahkin; en el extremo superior del poder sacerdotal se ubicaba el Ahuacán, supremo sacerdote, a cargo de los templos, rituales y sacrificios, así como de la astronomía, la escritura y los cálculos calendarios. En la base de la pirámide social se ubicaban los artesanos, los campesinos y los esclavos.
Política
Durante el período clásico, el gobernante de una provincia era
llamado Ahau Te’ y los señores gobernantes de los pueblos de la
provincia eran llamados Sahl. Sobre el final de este período, adentrados
los tiempos de la etapa posclásica, existió un gobierno de provincias
confederadas llamado Multepal. Bajo este esquema político existieron dos
grandes hegemonías ordenadas en las ciudades de Chichén Itzá, primero, y
Mayapán, después. El mandato estaba a cargo de varios jefes hermanados
en un consejo de gobierno común.
Ciencia y tecnología
La cultura maya se caracterizó por una inteligencia práctica extraordinaria. Su arquitectura monumental, sus varios tipos de calendarios, las notables observaciones astronómicas, su sistema numérico y las poderosas técnicas agrícolas, son muestra de ello. Tan práctica fue la ciencia y la tecnología
de esta cultura, que, aún conociéndola, jamás emplearon la rueda, más
allá del uso que le dieron para algunos juguetes. Al no contar con
animales de carga, nunca necesitaron construir vehículos, ni, por lo
tanto, ruedas para los mismos. Por otro lado, su literatura, arrasada por la conquista española, fue prolífica y compleja. Brillaron en las técnicas del tallado, la cerámica y la pintura.
Matemática y Astronomía
Los mayas empleaban un sistema numérico vigesimal
muy sofisticado, capaz de soportar cálculos con cientos de millones de
registros y fechas tan extensos, que son necesarias varias líneas de una
hoja moderna para poder ser escritos. Uno de los puntos más altos en la
ciencia maya está dado por el descubrimiento e implementación del concepto del número cero, al que representaron con un caracol. La precisión con la que realizaron sus observaciones astronómicas es comparativamente mucho más exacta que las verificadas en cualquier otra civilización anterior a la invención del telescopio.
Agricultura e Hidráulica
Los mayas llegaron a producir unos 100 kilos de maíz por hectárea, de manera intensiva y constante, a través del trabajo en terrazas y la tecnología de abono de la tierra. Además, fueron verdaderos ingenieros hidráulicos,
lo que les permitió una óptima irrigación de los campos cultivados.
Algunos de los últimos hallazgos arqueológicos demuestran que los mayas
de las zonas de Palenque, en la selva de Chiapas,
desarrollaron canales de agua a presión con anterioridad a la llegada
del Imperio español. Combinaron la fuerza de gravedad y el
estrechamiento de los acueductos para obtener un cambio significativo en
la presión del agua. Si bien no hay certeza sobre los usos de este
sistema, se especula con que sirvieron para regar zonas en altura y
decorar plazas con fuentes de agua.
Economía
La agricultura fue un elemento central de la
civilización maya, no sólo por las abundantes producciones, sino por el
profundo grado de conocimiento que tuvieron sobre los distintos sistemas de cultivo
y la maestría con que diversificaron, planificaron y, en definitiva,
construyeron su sistema agrícola. Si bien explotaron mayormente
territorios de selva tropical, también proliferaron en
suelos y climas muy distintos, con amplitudes térmicas y regímenes
pluviales fluctuantes, adaptando la explotación de sus recursos en base a
diferentes técnicas de producción de la tierra. Todo ello, en resumen,
situó a la agricultura como la más importante actividad económica de los
mayas. El uso de la moneda no existió. Emplearon el trueque, con una variante: las mercancías podían ser pagadas con semillas de cacao.
Comercio
Además de las actividades agrícolas, los mayas fueron cazadores, arboricultores, pescadores y mineros. Los grandes confines de su geografía incluían zonas con producciones disímiles, por lo que el intercambio, a través del comercio, fue un pilar fundamental de la economía regional. En los centros urbanos existieron enormes mercados, denominados p’polom, abastecidos por todo tipo de insumos. Los mayores comerciantes, situados en la casta noble de la sociedad, realizaban largos viajes para vender sus productos a mercaderes menores, quienes, a su vez, los distribuían casa por casa en los pueblos más pequeños.
La Tierra y los Caminos
Las tierras eran propiedad del gobernante. Según
el rango en la clase social y las necesidades de cada familia, este se
encargaba de dividirlas y distribuirlas para la producción, el pago de tributos, y el comercio. El transporte terrestre fue posible a través de extensas rutas, construidas sobre tierra apisonada recubierta de polvo calcáreo. El transporte acuático
se basó en el empleo de canoas, tanto en agua dulce como salada. Entre
los bienes más comercializados se destacan el jade, la obsidiana,
plumas, algodón, conchas marítimas y pescado, cacao y objetos de
cerámica.
La mitlogía maya, en torno a la cual se organizó la sociedad y todas sus actividades, fue politeísta, abarcando un conjunto de dioses adorados al unísono. Basaron sus creencias en la observación de los fenómenos naturales, lo que denotó un carácter místico con claves naturalistas. La cosmogonía de este pueblo, al contemplar los opuestos como complementarios igualmente divinos, tuvo una concepción dual de la divinidad.
La creación del mundo
La narración mítica de los mayas cuenta que el mundo fue creado
ya con anterioridad en dos ocasiones y luego destruido por los sucesivos
diluvios e inundaciones. El mundo actual es el tercero en ser
construido por los dioses Tepeu y Kukulkán, sus creadores. Así mismo, el hombre fue construido tres veces: en primera instancia lo fue en base al barro, pero se deshizo a la postre por carecer de consistencia; luego fue concebido a partir de la madera, pero no agradó a los dioses,
pues no poseía alma; finalmente, con la intervención de varios otros
dioses, en la tercera oportunidad, el hombre fue creado a partir del maíz, trabajo que, finalmente, fue del completo agrado divino. La religión maya creía en un cosmos compuesto por 13 cielos, como capas, uno sobre otro. A su vez, cada cielo era gobernado por 13 deidades, llamadas Oxlahuntikú.
La tierra se situaba por debajo de estas dimensiones y, bajo ella,
existían 9 cielos subterráneos, dominados por 6 dioses, los Bolontikú. La última capa correspondía al infierno de los mayas, regida por Ah Puch, el señor de la muerte.
El Panteón Maya
Existen tres dioses principales, que participaron en la creación del hombre: Kukulkán, dios de las tempestades, dador de vida a través del agua e instructor del hombre, a quien enseñó el arte del fuego; Hurakán, dios del viento y corazón del cielo, el fuego y la tormenta; por último, completa la trilogía el dios Tepeu, el conquistador. Situados en el inframundo se encontraban los Señores de Xibalbá, deidades malignas, entre las que se destacan como gobernantes los demonios Vucub-Camé y Hun-Camé.
A lo largo y ancho de las espesas selvas de Centroamérica, tanto
como en los valles y montañas de la península de Yucatán, la
civilización maya alzó monumentales templos y pirámides
de piedra, o ladrillo cocido, según la zona. Sin contar con animales de
carga ni medios de transporte rodado, supieron desarrollar ciudades,
palacios, campos de deporte, caminos, acueductos y desagües, entre otras
obras formidables. Toda la cultura maya giró en torno a la religión,
por lo que no existe un lugar que no haya sido considerado sagrado.
Algunas ciudades sagradas
Teotihuacan, cuya construcción resulta hasta nuestros días un
verdadero misterio, supone la intervención de diversos pueblos reunidos
en un lugar común, que abarcó, según las excavaciones actuales, unos 36
kilómetros cuadrados, al noroeste del valle de México. La ciudad de El Mirador,
considerada cuna de la civilización maya, está ubicada en plena selva
del Petén, Guatemala, y, entre otras edificaciones, se destaca la
pirámide más alta de la era maya, llamada El Tigre. Chichén Itzá, emplazada sobre unas 300 hectáreas, en el actual Estado de Yucatán, en México, es testimonio de la confluencia de las civilizaciones mayas y toltecas, que dieron origen a las estructuras arquitectónicas más importantes de Mesoamérica. Tikal,
en el actual territorio de Honduras, es la ciudad más antigua y grande
que se haya descubierto hasta el momento, ocupando unos 16 kilómetros
cuadrados, entre templos, palacios, observatorios astronómicos y plazas.
Sitios Sagrados
Lagos, lagunas, cenotes, cuevas y depresiones terrestres, eran
considerados templos naturales y sagrados. Entre muchos otros, podemos
mencionar la laguna de Petexbatun, en Guatemala, que
fue uno de los sitios sacros más importantes hasta el colapso cultural
maya. En torno a ella se edificaron ciudades amuralladas, tales como Aguateca y Chiminos. El lago de Atitlán, en Guatemala, rodeado por tres volcanes, supone uno de los paisajes más impresionantes y sublimes. La Cueva de la Candelaria,
en México, es un emplazamiento de cristalizaciones naturales
gigantescas, de alta importancia en el culto de las civilizaciones
mayas. Los cenotes, depresiones de la tierra por donde aflora el agua,
fueron considerados espejos del cielo; entre otros, se encuentran los de
Chichén, Cuzamá, Aké y Tixkokob.
Calendario
A diferencia del calendario gregoriano, que basa su medición del
tiempo en las proporciones de la tierra con respecto al sol, los mayas
poseían un sistema calendario compuesto por tres calendarios girando en
torno a un mismo punto. Por un lado, contaban con el calendario Tzolk’in, de 260 días de duración, de uso civil, que organizaba los días en la cotidianeidad de los hombres; luego, contaban con el calendario haab, de 365 días de duración, de carácter divino,
que cada 52 revoluciones volvía a coincidir con el ciclo del calendario
civil. Cuando llegaba este momento, toda deuda era perdonada y todo
volvía a comenzar nuevamente. Además, existía un tercer calendario,
llamado la cuenta larga, que cronometraba las
revoluciones de los otros dos y permitía diferenciar los eventos
ocurridos entre ellos. Los mayas también midieron el tiempo en función
de los solsticios, los equinoccios y las constelaciones estelares.
Las eras del calendario maya
El calendario maya se divide en 9 diferentes
niveles, que se relacionan con la división de niveles plasmada en la
construcción de las pirámides, a su vez subdivididos en 13 secciones
individuales: 7 períodos de luz y 6 períodos de oscuridad. Vale decir que contemplaban 7 días y 6 noches en cada nivel de la creación. Durante cada día, el nivel de conciencia
se incrementaba; durante cada noche, se plasmaba en forma pragmática la
nueva conciencia. El primerísimo ciclo comenzó hace 16.4 billones de
años, divididos en 13 secciones de 1.26 billones de años cada una, tal
la duración de cada día y cada noche. Estos días y sus noches tenían una
particular intención con respecto a la creación: se trató de un ciclo
de acción y reacción.
Interpretación del calendario
Dentro de las castas mayas, la sacerdotal estaba encargada de interpretar, con arreglo a cosmovisión y mitología,
qué deparaba al hombre y al mundo cada nuevo ciclo y también los
sucesivos. Si bien no es idéntico y, de hecho, los estudios concuerdan
en diferenciarlo como autóctono y propio, el calendario maya tiene
grandes similitudes con el calendario olmeca y el mexica.
El arte de la civilización maya,
especialmente las obras correspondientes al período clásico, tuvo un
grado de maestría y fineza tan excelso que suele ser comparado con las
artes clásicas del occidente europeo. En las diversas regiones, los
artesanos trabajaron con altos grados de calidad técnica y en distintos
estilos, abordando sus manufacturas desde una perspectiva social,
cultural, religiosa y política. Ya sea en la construcción de los
monumentales palacios y pirámides, como en la elaboración de esculturas y pinturas, o utensilios y adornos,
el arte estuvo estrechamente vinculado con el estatus social y la
jerarquía política, en la vida, desde luego, como en la muerte, a través
de los ajuares funerarios. La pintura se caracterizó por representar a
los personajes de costado, con técnica al fresco, empleando perspectiva. Para la música implementaron instrumentos de viento, hechos en madera, y tambores.
Arquitectura y diseño urbano
Las principales edificaciones, como Chichén Itzá y Uxmal,
por ejemplo, nacieron en virtud de centros religiosos, o comerciales, o
burocráticos, y se ampliaron hasta conformar verdaderas ciudades. En
general, las construcciones se adaptaron al terreno, aprovechando
depresiones y elevaciones, sin una planificación general, uniendo los
grandes centros sociales mediante calzadas y numerosas plazas. Se
destacan las plataformas ceremoniales, los palacios y los observatorios
astronómicos, todos ellos con acabados en piedra tallada y ornamentados
suntuosamente a través, sobre todo, de la pintura.
Cerámica y escultura
La cerámica
se empleó para el uso cotidiano, fuentes, platos y vasijas, como para
la religión, a través del culto. Eran piezas cocidas en grandes hornos,
adornadas con acuarelas y relieves de distintas figuras geométricas, o
textos mayas sobre hazañas religiosas y militares. La escultura se manifestó en altares, lápidas, dinteles, columnas y tronos. Entre las obras más bellas se encuentran las estelas,
enormes piezas de laja, semienterradas verticalmente, talladas en
bajorrelieve, conmemorando los acontecimientos ocurridos en determinados
períodos de tiempo, a lo largo de la historia.
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